Para despejar las dudas sobre mi anterior post: no, no llegué a hacer las galletas. Y fue una pena, porque la idea me molaba mucho, así que me la guardo para cuando tenga que dar alguna otra noticia (¡ahora ya no voy a poder ofrecerle galletas a nadie sin que espere encontrarse una noticia dentro!).

Hoy os hablaré de las primeras preguntas que nos hicimos al empezar a planificar nuestra boda:

¿DÓNDE?

En ese viaje en el que aprovechamos para darles la noticia a las familias, nos dedicamos por entero a visitar posibles emplazamientos para el bodorrio. No es que viéramos demasiados, la verdad, pero estaban tan lejos unos de otros (ninguno en la capital, todos en pueblos más o menos alejados) que después de haber visto tres estábamos ya agotados y deseando terminar de una santa vez. ¡¡Pues no nos quedaba casi nada…!!

Todos los sitios que visitamos tenían algo que nos gustaba, pero ninguno lo tenía TODO, así que no quedaba más remedio que seguir buscando, ¡agotador, de verdad!

Finalmente nos decidimos por Hacienda Zorita, una hacienda dominica fundada en 1366, con mucha historia (como le gusta a Mr. E) y mucho encanto (como me gusta a mí).

¿CUÁNDO?

Aquí tuvo lugar mi primera ida de olla (la primera de muuuuchas): yo tenía que casarme con 30 años y Mr. E con 31. Sí o sí.
(¡Ya ves tú qué tontería! Pero, consejo: a las novias no hay que entendernos, ¡sólo darnos la razón en todo!).

Como nacimos el mismo año con sólo dos meses de diferencia, esto nos lo ponía muy difícil con el tema de las fechas, ¡pero no hay casi nada imposible! 😉

Desde que elegimos la fecha, no me quito esta canción de la cabeza:

¿CÓMO?

Yo siempre me había imaginado casándome en el mismo sitio que mi hermana, en la iglesia de la Clerecía, en pleno centro histórico de Salamanca. Sin embargo, al final decidimos ser coherentes con nuestra situación actual respecto a la religión y la iglesia (relación nula), así que nos decidimos por una ceremonia civil. Si hace buen tiempo, la celebraremos al aire libre y, si no, en el interior de una capilla que hay en la Hacienda, ¡precioso en cualquier caso!

¿¿¿CUÁNTOOOOOOOOO???

Sí, esta es la parte en la que te minan la moral. Cuando ya estás tan feliz imaginando tu día maravilloso y, de pronto, ¡¡¡te dicen cuánto cuesta!!!

En realidad, lo de casarse no es tan caro (pagas las tasas al ayuntamiento y pista), pero toda la parafernalia accesoria que acompaña al día B es pa’ mear y no echar gota. Y claro, tú, como una ilusa, te has estado empapando de blogs de bodas, revistas de novias y Pinterest de miles de detalles, ¡y no vas a ser menos! ¡¡Lo quieres todo!! Así que toca romper la hucha de cerdito, tirar de ahorros (y de padres caritativos, si tienes suerte), cerrar los ojos y empezar a soltar pasta como si no hubiera un mañana. ¡Todo sea por celebrar el fiestón de tu vida y pasarlo en grande!

 

Ester!

 

¿Hablamos?

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1 Comentario
  • Vanesa Poza
    abril 3, 2014

    cuánta razón tienes!!!! jejej